Aznar, Camelot y el paso del tiempo

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martes, julio 30, 2013
Hasta hace poco, el periodo 1996-2004 aún era recordado como el del milagro español. Ocho años, dos legislaturas, ilusión por el porvenir y una mayoría absoluta con los dos pies encima de la mesa de la Casa Blanca. Así ha sido a pesar de que los hechos indicaban que aquellos años sirvieron para alimentar una fantasía que nos sumió en el sueño de las grandes gestas: Fórmula 1 en Valencia, el Fórum de las Culturas en Barcelona, adelantar a Italia en renta per cápita… y un largo etcétera. Hasta hace poco aún pensábamos que aquellos años tuvieron su razón de ser.  Hay que matizar que con la crisis también empezamos a ver que el reinado de Aznar quizás no fue tan excelso (por aquello de la burbuja) ni que Rodrigo Rato representó una versión yuppie del mago Merlín. Pero la culpa, sobre todo, la seguía teniendo Zapatero.

¿Y porque no? Cuando vienen mal dadas, la nostalgia permite olvidar durante un rato el presente y además sale gratis. Seguramente la cortina de humo mental empezó a esfumarse de forma más rápida con el hundimiento de Bankia y el consiguiente deterioro de la imagen pública de Rato. ¿Pero ese no era el mismo crack que transformó España? Pues sí, el mismo. En cualquier caso, ha sido con el estallido del caso Bárcenas cuando la tendencia se ha vuelto imparable (y ocurre cuando el PP vuelve a tener mayoría absoluta).



Este podría ser el marco mental en la era pre-papeles-de-Bárcenas: “Tal vez ellos propiciaron la burbuja, pero vivíamos bien. Además, era el mejor Gobierno que hemos tenido”. Pues parece ser que no. Lo que parece es que durante la anteriormente conocida como mejor época de España en ¿siglos?, el partido del Gobierno cobraba subvenciones sin cumplir la ley y repartía sobresueldos entre sus dirigentes sin cumplir la ley.




A Aznar, que seguramente le hubiese gustado ser recordado como el rey Arturo español, no le ha salpicado (¿todavía?) directamente el asunto Bárcenas. Decimos directamente porque el juez sí ha llamado a declarar como testigos a dos de sus secretarios generales en el PP: Francisco Álvarez Cascos y Javier Arenas además de María Dolores de Cospedal. Es decir, que al juez le interesa saber –entre otras muchas cosas, imaginamos— qué pasaba cuando mandaba Aznar. De momento, al expresidente no se le ha ocurrido explicarlo por sí mismo, aunque estaría bien que lo hiciese sin que se lo tuviese que pedir un juez. 



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